Enfermedad listada

Gripe equina

En el año 433 AC, un veterinario griego llamado Absirto observó un brote de una enfermedad similar a la gripe en caballos. En 1872, un foco que se propagó por toda Norteamérica afectó a tantos caballos que paralizó el transporte de mercancías debido a que imposibilitó la descarga de barcos, así como también la circulación de autobuses e, incluso, de carros de bomberos. En 1987, una epidemia de gripe equina afectó a más de 27.000 animales en India y provocó la muerte de varios centenares de ellos. En 2004, el virus H3N8 de la gripe equina produjo un brote de gripe en perros en los Estados Unidos de América. El foco registrado en agosto de 2007 en Australia infectó a caballos pertenecientes a 10.651 establecimientos en sólo tres meses pese al establecimiento del control de desplazamientos. La enfermedad fue erradicada, pero el costo de los tratamientos y de la anulación de pruebas ecuestres ascendió a 1.000 millones de dólares australianos aproximadamente.

¿Qué es la gripe equina?

La gripe equina es una enfermedad respiratoria sumamente contagiosa, aunque rara vez mortal, que afecta a caballos, asnos, mulos y otros équidos. Se la conoce desde muy antiguo y, en tiempos en que los caballos eran los principales animales de tiro, los brotes de la enfermedad paralizaban el comercio. En la actualidad, las epidemias siguen teniendo graves consecuencias en el sector equino.

La gripe equina es una enfermedad provocada por los subtipos H7N7 y H3N8 del virus de la influenza A que, al igual que los agentes causales de la gripe humana y la influenza aviar, pertenecen a la familia Ortomixoviridae, aunque sus características son diferentes.

De conformidad con el Código Sanitario para los Animales Terrestres de la OMSA, la gripe equina es una enfermedad inscripta en la Lista de la Organización y, en cumplimiento de lo estipulado en el ese Código, los Países y Territorios Miembros tienen la obligación de notificarla.


Transmisión y propagación

Altamente contagiosa, la gripe equina se transmite mediante el contacto con animales infectados que expelen el virus por conducto de la tos. En realidad, los animales pueden expulsar el virus antes de manifestar síntomas clínicos. También se propaga por la transmisión mecánica de los virus que se encuentran en la ropa, material, cepillos, etc., de las personas que trabajan con caballos.

Una vez que se introduce en una zona donde vive una población susceptible, la enfermedad, cuyo periodo de incubación es de 1-3 días únicamente, se propaga con rapidez y puede provocar brotes explosivos. La concentración de animales y el transporte favorecen la transmisión de la gripe equina.


Riesgo para la salud pública

La enfermedad no plantea riesgos mayores para la salud pública. El virus ha infectado a seres humanos en laboratorios; asimismo, un reducido número de personas que habían estado en contacto con caballos infectados desarrolló anticuerpos, pero ninguna contrajo la enfermedad.


Signos clínicos

En animales muy susceptibles, los síntomas clínicos comprenden fiebre y tos seca y dolorosa, seguidas de descargas nasales. Con frecuencia se observan decaimiento, pérdida del apetito, dolores musculares y debilidad. Por lo general, los síntomas clínicos ceden en pocos días, pero habitualmente aparecen complicaciones provocadas por infecciones secundarias. Si bien la mayoría de los animales se recupera en 15  días, la tos puede persistir durante más tiempo y algunos caballos demoran hasta seis meses en recobrar por completo su capacidad física. Si no se concede un reposo adecuado a los animales, la evolución clínica se prolonga.

Rara vez la enfermedad es mortal, pero habitualmente aparecen complicaciones que debilitan a los caballos durante largo tiempo como, por ej., la neumonía, que puede provocar la muerte, en particular en potros.


Diagnóstico

Los síntomas clínicos son claros, pero el diagnóstico definitivo se establece mediante pruebas serológicas o aislamiento viral, de conformidad con los procedimientos expuestos en el Manual de Pruebas de Diagnóstico y Vacunas para los Animales Terrestres de la OMSA.


Prevención y control

En la mayoría de los países se recurre a la vacunación. Pero vista la variabilidad de las cepas víricas circulantes, y la dificultad para compararlas con las cepas vacunales, la vacunación no siempre protege de la infección, pero puede reducir la gravedad de la enfermedad y el tiempo necesario para la recuperación. Las vacunas se fabrican de conformidad con las directrices expuestas en el Capítulo 2.5.7 del Manual de Pruebas de Diagnóstico y Vacunas para los Animales Terrestres de la OMSA. La Organización también reúne periódicamente a un Panel de Expertos en Vigilancia de las Vacunas contra la Gripe Equina que estudia las cepas de virus circulantes y recomienda las que deben de utilizarse.

Cuando se registra un foco de la enfermedad, se establecen controles de los desplazamientos y se aíslan los caballos infectados. El virus puede destruirse fácilmente con desinfectantes comunes; por consiguiente, la higiene y desinfección rigurosas forman parte de las medidas de bioseguridad para combatirlo.

Como en la mayoría de los casos la enfermedad aparece tras el traslado de un animal infectado a las granjas o establos, es de fundamental importancia impedir su introducción mediante el aislamiento de los ejemplares recién llegados.

Respecto del transporte internacional de caballos, en el Código Sanitario para los Animales Terrestres de la OMSA se exponen las normas que deben aplicarse en los países a las importaciones de esos animales.


Distribución geográfica

A excepción de Australia (donde se registró un importante brote en 2007), Nueva Zelanda e Islandia, la gripe equina es endémica en todo el mundo.


Referencias